GONZALO GURRIARÁN.
EL HOMBRE QUE NO
PUDO SER PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD QUE CREÓ
Desde el comienzo de este trabajo se
hace continua referencia a los fundadores pero muy especialmente a
la figura de Gonzalo Gurriarán. Entre los lectores de estas páginas
este nombre puede resultar familiar para muchos de ellos,
simplemente conocido para otros y totalmente desconocido para el
resto.
Cualquier curioso que se aproxime a la
página web del club encontrará en ella una sucinta biografía de
este señor. A lo largo de esta publicación irán surgiendo
comentarios y referencias tanto a su persona como a su obra.
Es por esto por lo que nos sentimos en
la obligación de volver una vez más a relatar la parte de su
biografía que tiene que ver con la gestación y primeros años de
vida de "Peña Trevinca".
Durante muchos años, incluso después
de desaparecer prácticamente del escenario montañero su solo nombre
suscitaba respeto y consideración. Era un símbolo que iba
inequívocamente unido al nombre de nuestro club. Considerado con
razón como ideólogo de "Peña Trevinca", además de fundador. Sin
embargo, incluso en los primeros momentos poca gente sabía y hoy en
día sabe que Gonzalo Gurriarán nunca fue Presidente de nuestro
club.
Nuestro reconocimiento a su hijo
Ricardo Gurriarán Rodríguez que gracias al libro que publica con el
nombre de su padre nos da a conocer al personaje humano que hay
detrás del esforzado montañero que conocimos. Ricardo no pretende
poner en valor a su padre como tal sino que entiende y compartimos su
opinión de que sería injusto que su valía no fuese lo
suficientemente conocida.
Aunque como es lógico a nosotros nos
interesa especialmente todo lo relativo a nuestra afición no podemos
evitar el dar a conocer alguna pincelada de su azarosa existencia.
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Gonzalo Gurriarán de niño |
Nace en Barco de Valdeorras en 1904 y fallece víctima de un atropello de coche en Igualada en 1975.
De familia desahogada estudia el
Bachillerato en Cataluña y la carrera de Medicina en distintas
Facultades españolas finalizándola en Madrid. Durante la misma es
huésped de la Residencia de Estudiantes entre los años 1923 a 1928.
En ese periodo conoce a Dalí, Buñuel y Lorca entre otros. Amplía
sus estudios en Estrasburgo durante cuatro años y a su regreso
ejerce como docente en la Facultad de Medicina de Madrid.
La revuelta del 36 lo sorprende en su
villa natal. Es de sobra conocido su rechazo a los sublevados lo que
conlleva vivir con la angustia de si será paseado hoy o lo será
mañana. Afortunadamente no sucede así y es destinado al campo de
batalla a curar heridos del bando vencedor. Termina la guerra y ha
de sobrevivir en un ambiente hostil dominado por los vencedores. Allá
queda una carrera brillante de especialista gástrico e investigador
para convertirse en un médico rural que atiende a los pacientes en
los lugares más recónditos de la sierra valdeorresa.
Como “exilio interior” define
Ricardo Gurriarán la situación de su padre. Sin posibilidad alguna
de poder expresarse, Gonzalo adopta una resistencia pasiva con
dignidad, dirigiendo todos sus esfuerzos hacia aquellas actividades
en las que creía. No eran pocas, pero nosotros nos vamos a referir
exclusivamente a las relacionadas con el asociacionismo alrededor de
los deportes de montaña y muy especialmente considerando su
entorno natural que eran las sierras y los valles de Valdeorras.
No contaba diez años de edad cuando
según relata su hijo Ricardo conoce a Edgard d´Hoore , alojado en
su casa, quien influirá notablemente en el amor por la naturaleza y
la montaña en el pequeño Gonzalo. Como agradecimiento escribiría
una loa en el número 9 del Boletín de
Peña Trevinca publicado en Diciembre de 1950 en los siguientes
términos:
EDGARD D´HOORE
"Dedicamos este número al recuerdo
de este precursor del montañismo gallego. Edgar D´Hoore, Ingeniero
y Geólogo belga que visitó y estudió nuestras montañas en los
años 1913 y 1914. La geología de los montes de Casaio
y de todo el macizo de Trevinca fue por primera vez escrutada por
este sabio. Sus descubrimientos han tenido, años más tarde,
extraordinaria importancia científica y económica.
Pero Edgard D´Hoore fue sobre todo un
deportista. Buen montañero como su Rey Alberto, vio nuestras cimas
por primera vez con la poesía con que el montañero mira a sus
cumbres. Recorrió los valles y las crestas de nuestro macizo cimero
y ascendió a los picos más altos de Galicia, que ningún deportista
había hollado hasta entonces. Desde la atalaya de Peña Trevinca
contempló el bello e inédito panorama de estas serranías del
Noroeste de España. "
Durante su prolongada estancia en
Madrid, Gonzalo se aproxima con frecuencia a la sierra madrileña.
Allí coincide con alguno de los primeros socios de "Peña Trevinca" a
la vez que aprende a esquiar y se familiariza con las técnicas
montañeras que más tarde aplicará en su territorio al mismo tiempo que las difunde entre sus gentes más próximas.
El pensamiento deportivo de Gonzalo es
claro y evidente desde el primer momento. Lo suyo es extender la
práctica de los deportes de montaña llegando incluso a interesar a
aquellos para los que por razones obvias, la nieve, las alturas,
las bajas temperaturas no eran símbolo de otra cosa que no fuera
sufrimiento o al menos incomodidad . Predecía que los lugareños
acabarían aprendiendo a esquiar y se convertirían en profesionales
que enseñarían a las multitudes de esquiadores que con toda
seguridad se aproximarían a las pistas de esquí vecinas.
La labor evangelizadora de Gonzalo
comenzó antes de conocer a los fundadores vigueses. Cualquier ámbito,
ya fuese unipersonal o colectivo, era campo abonado para lanzar su
mensaje en pro de la creación de una Sociedad de montañeros. Siendo
en principio muy escasos los miembros estos eran “adoctrinados”
mediante correspondencia de la que afortunadamente y merced al papel
carbón se conserva una parte importante.
En el año 1944, concretamente en el
mes de Septiembre sale a la luz el primer número de la Circular para
socios del "Club Peña Trevinca Montañeros de Galicia". Una ambiciosa
publicación para la época. Doce páginas tamaño cuartilla con tres
fotografías. En él se relaciona una nómina de 97 socios repartidos
en toda la geografía gallega y una docena entre Madrid y León.
Evidentemente este Boletín es un auténtico altavoz del mensaje de
Gonzalo. Prácticamente todo el contenido es obra suya.
En los
tiempos que corrían toda publicación era objeto de censura
previa lo que indudablemente aumentaba su difusión amén de su
depósito en los Organismos pertinentes. Como curiosidad el autor
tuvo que dirigirse a la Biblioteca de la Universidad de Santiago de
Compostela para leer y fotocopiar alguno de los números
subsiguientes.
Como decía previamente, Gonzalo
utilizaba el Boletín como un medio propagandístico moderno de
distintas formas. En ocasiones el auténtico mensaje no se insertaba
en la primera página o en la presentación del número sino
camuflado entre temas menores. Como ejemplo y colofón de este
trabajo insertamos a continuación el que aparece en la página 6 del
citado Boletín y que de algún modo representa un pequeño resumen
de su pensamiento y objetivo final , parte del cual y desde nuestra
perspectiva de “ a toro pasado….” Podamos considerarlo por lo
menos como utópico:
“La semilla está lanzada. Esperemos
los frutos, pero no en estática contemplación, sino sobre la
marcha, compenetrándonos cada vez más con nuestros picachos,
cultivando la camaradería entre los montañeros gallegos,
agrupándonos, mejorando la organización, continuando la propaganda
a favor de los nobles deportes montañeros y el amor a la Naturaleza.
Cuando pase algún tiempo y veamos bosques de esquís en las
estaciones de espera de un “tren blanco” y, después del deshielo
grupos de montañeros con sus piolets, clavijas y cuerdas,
sonreiremos satisfechos de haber hecho algo por acercar esa época.”
Decíamos que Gonzalo Gurriarán nunca
fue Presidente de Peña Trevinca Montañeros de Galicia pese a ser
uno de los fundadores. Por no ser ni fue directivo en momento alguno.
En la lista de socios aparece con el número dos, justo detrás de su
esposa.
Sorprendente, pero si nos trasladamos a
los años cuarenta del siglo pasado lo entenderemos. Ya hemos
explicado anteriormente la posición política de Gonzalo. Era por lo
tanto imposible, además de poco útil, pretender que pudiese ejercer
cargo alguno, incluso el de vocal de una sociedad deportiva con una
treintena de socios como había en los primeros momentos.
El control del régimen era tan férreo
que cualquier asociación que pretendiese inscribirse como tal
debería solicitar permiso para que sus directivos pudieran ejercer.
Todos estaban sujetos a censura. Dichos señores deberían de cubrir
unos formularios para su “depuración”. Los formularios deberían
de ser avalados por otras personas inequívocamente afectas al
régimen.
En la sede social de Vigo se conserva
un incalificable documento con el membrete de Peña Trevinca
Montañeros de Galicia, fechado en Barco de Valdeorras el día 25 de
Julio de 1944 y firmado por su Presidente, el señor Francisco Neyra
Arias. En dicho escrito el Presidente se dirige a Antonio Villaverde
Martínez, vigués, y uno de los fundadores, en los siguientes
términos:
“En virtud de las atribuciones que me
confieren nuestros Estatutos Sociales y la Delegación Nacional de
Deportes de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S.,
por intermedio de la Federación Española de Montañismo, me es
grato comunicar a Vd. Que he tenido a bien designarle para el cargo
de Vice-Presidente de Peña Trevinca Montañeros de Galicia. Esta
Presidencia espera de su gestión los mayores éxitos deportivos. Por
Dios, por España y su Revolución Nacional Sindicalista".
Francisco Neyra Arias era un buen amigo
de Gonzalo que no sabemos cómo aceptó convertirse en el primer
Presidente de Trevinca , cargo que ostentó hasta el año 1950.
Inicialmente se había propuesto a Eduardo Olano Fernández, Ayudante
de Obras Públicas de Orense. Por entonces dicho señor era el
mismísimo alcalde de Orense y por supuesto absolutamente afecto al
régimen.
Es inexplicable que con su pasado
Gonzalo a través de sus contactos tuviese acceso a todos los
estamentos del régimen, se le abriesen despachos e incluso se le
favoreciese en sus proyectos deportivos en momentos tan complicados y
que tuvo como broche final la construcción del refugio de Fonte da
Cova auspiciado por la Federación Española de Montañismo en dura
pugna con otras Federaciones más poderosas y más próximas al poder
franquista.
De todo ello con la infinita paciencia
y benevolencia de los lectores, en el supuesto caso que estos existieran
o existiesen, continuaremos hablando en las próximas entregas.
Fdo. Antonio Graña Molares