5ª Entrega "TREVINCA, setenta años en la cumbre"

GONZALO GURRIARÁN.
EL HOMBRE QUE NO PUDO SER PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD QUE CREÓ


Desde el comienzo de este trabajo se hace continua referencia a los fundadores pero muy especialmente a la figura de Gonzalo Gurriarán. Entre los lectores de estas páginas este nombre puede resultar  familiar para muchos de ellos, simplemente conocido para otros y totalmente desconocido para el resto.
Cualquier curioso que se aproxime a la página web del club encontrará en ella una sucinta biografía de este señor. A lo largo de esta publicación irán surgiendo comentarios y referencias tanto a su persona como a su obra.
Es por esto por lo que nos sentimos en la obligación de volver una vez más a relatar la parte de su biografía que tiene que ver con la gestación y primeros años de vida de "Peña Trevinca".
Durante muchos años, incluso después de desaparecer prácticamente del escenario montañero su solo nombre suscitaba respeto y consideración. Era un símbolo que iba inequívocamente unido al nombre de nuestro club. Considerado con razón como ideólogo de "Peña Trevinca", además de fundador. Sin embargo, incluso en los primeros momentos poca gente sabía y hoy en día sabe que Gonzalo Gurriarán nunca fue Presidente de nuestro club.  
Nuestro reconocimiento a su hijo Ricardo Gurriarán Rodríguez que gracias al libro que publica con el nombre de su padre nos da a conocer al personaje humano que hay detrás del esforzado montañero que conocimos. Ricardo no pretende poner en valor a su padre como tal sino que entiende y compartimos su opinión de que sería injusto que su valía no fuese lo suficientemente conocida.
Aunque como es lógico a nosotros nos interesa especialmente todo lo relativo a nuestra afición no podemos evitar el dar a conocer alguna pincelada de su azarosa existencia.


Gonzalo Gurriarán de niño
Nace en Barco de Valdeorras en 1904  y  fallece víctima de un atropello de coche en Igualada en 1975.
De familia desahogada estudia el Bachillerato en Cataluña y la carrera de Medicina en distintas Facultades españolas finalizándola en Madrid. Durante la misma es huésped de la Residencia de Estudiantes entre los años 1923 a 1928. En ese periodo conoce a Dalí, Buñuel y Lorca entre otros. Amplía sus estudios en Estrasburgo durante cuatro años y a su regreso ejerce como docente en la Facultad de Medicina de Madrid.
La revuelta del 36 lo sorprende en su villa natal. Es de sobra conocido su rechazo a los sublevados lo que conlleva vivir con la angustia de si será paseado hoy o lo será mañana. Afortunadamente no sucede así y es destinado al campo de batalla a curar heridos del bando vencedor. Termina la guerra y ha de sobrevivir en un ambiente hostil dominado por los vencedores. Allá queda una carrera brillante de especialista gástrico e investigador para convertirse en un médico rural que atiende a los pacientes en los lugares más recónditos de la sierra valdeorresa.
Como “exilio interior” define Ricardo Gurriarán la situación de su padre. Sin posibilidad alguna de poder expresarse, Gonzalo adopta una resistencia pasiva con dignidad, dirigiendo todos sus esfuerzos hacia aquellas actividades en las que creía. No eran pocas, pero nosotros nos vamos a referir exclusivamente a las relacionadas con el asociacionismo alrededor de los deportes de montaña y muy especialmente considerando su entorno natural que eran las sierras y los valles de Valdeorras.
No contaba diez años de edad cuando según relata su hijo Ricardo conoce a Edgard d´Hoore , alojado en su casa, quien influirá notablemente en el amor por la naturaleza y la montaña en el pequeño Gonzalo. Como agradecimiento escribiría una loa en el número 9 del Boletín de Peña Trevinca publicado en Diciembre de 1950 en los siguientes términos:
EDGARD D´HOORE
"Dedicamos este número al recuerdo de este precursor del montañismo gallego. Edgar D´Hoore, Ingeniero y Geólogo belga que visitó y estudió nuestras montañas en los años 1913 y 1914. La geología de los montes de Casaio y de todo el macizo de Trevinca fue por primera vez escrutada por este sabio. Sus descubrimientos han tenido, años más tarde, extraordinaria importancia científica y económica.
Pero Edgard D´Hoore fue sobre todo un deportista. Buen montañero como su Rey Alberto, vio nuestras cimas por primera vez con la poesía con que el montañero mira a sus cumbres. Recorrió los valles y las crestas de nuestro macizo cimero y ascendió a los picos más altos de Galicia, que ningún deportista había hollado hasta entonces. Desde la atalaya de Peña Trevinca contempló el bello e inédito panorama de estas serranías del Noroeste de España. "
Durante su prolongada estancia en Madrid, Gonzalo se aproxima con frecuencia a la sierra madrileña. Allí coincide con alguno de los primeros socios de "Peña Trevinca" a la vez que aprende a esquiar y se familiariza con las técnicas montañeras que más tarde aplicará en su territorio al mismo tiempo que las difunde entre sus gentes más próximas.
El pensamiento deportivo de Gonzalo es claro y evidente desde el primer momento. Lo suyo es extender la práctica de los deportes de montaña llegando incluso a interesar a aquellos para los que por razones obvias, la nieve, las alturas, las bajas temperaturas no eran símbolo de otra cosa que no fuera sufrimiento o al menos incomodidad . Predecía que los lugareños acabarían aprendiendo a esquiar y se convertirían en profesionales que enseñarían a las multitudes de esquiadores que con toda seguridad se aproximarían a las pistas de esquí vecinas.
La labor evangelizadora de Gonzalo comenzó antes de conocer a los fundadores vigueses. Cualquier ámbito, ya fuese unipersonal o colectivo, era campo abonado para lanzar su mensaje en pro de la creación de una Sociedad de montañeros. Siendo en principio muy escasos los miembros estos eran “adoctrinados” mediante correspondencia de la que afortunadamente y merced al papel carbón se conserva una parte importante. 

En el año 1944, concretamente en el mes de Septiembre sale a la luz el primer número de la Circular para socios del "Club Peña Trevinca Montañeros de Galicia". Una ambiciosa publicación para la época. Doce páginas tamaño cuartilla con tres fotografías. En él se relaciona una nómina de 97 socios repartidos en toda la geografía gallega y una docena entre Madrid y León. Evidentemente este Boletín es un auténtico altavoz del mensaje de Gonzalo. Prácticamente todo el contenido es obra suya.
En los tiempos que corrían toda publicación era objeto de censura previa lo que indudablemente aumentaba su difusión amén de su depósito en los Organismos pertinentes. Como curiosidad el autor tuvo que dirigirse a la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela para leer y fotocopiar alguno de los números subsiguientes.
Como decía previamente, Gonzalo utilizaba el Boletín como un medio propagandístico moderno de distintas formas. En ocasiones el auténtico mensaje no se insertaba en la primera página o en la presentación del número sino camuflado entre temas menores. Como ejemplo y colofón de este trabajo insertamos a continuación el que aparece en la página 6 del citado Boletín y que de algún modo representa un pequeño resumen de su pensamiento y objetivo final , parte del cual y desde nuestra perspectiva de “ a toro pasado….” Podamos considerarlo por lo menos como utópico: 
“La semilla está lanzada. Esperemos los frutos, pero no en estática contemplación, sino sobre la marcha, compenetrándonos cada vez más con nuestros picachos, cultivando la camaradería entre los montañeros gallegos, agrupándonos, mejorando la organización, continuando la propaganda a favor de los nobles deportes montañeros y el amor a la Naturaleza. Cuando pase algún tiempo y veamos bosques de esquís en las estaciones de espera de un “tren blanco” y, después del deshielo grupos de montañeros con sus piolets, clavijas y cuerdas, sonreiremos satisfechos de haber hecho algo por acercar esa época.”
Decíamos que Gonzalo Gurriarán nunca fue Presidente de Peña Trevinca Montañeros de Galicia pese a ser uno de los fundadores. Por no ser ni fue directivo en momento alguno. En la lista de socios aparece con el número dos,  justo detrás de su esposa.
Sorprendente, pero si nos trasladamos a los años cuarenta del siglo pasado lo entenderemos. Ya hemos explicado anteriormente la posición política de Gonzalo. Era por lo tanto imposible, además de poco útil, pretender que pudiese ejercer cargo alguno, incluso el de vocal de una sociedad deportiva con una treintena de socios como había en los primeros momentos.
El control del régimen era tan férreo que cualquier asociación que pretendiese inscribirse como tal debería solicitar permiso para que sus directivos pudieran ejercer. Todos estaban sujetos a censura. Dichos señores deberían de cubrir unos formularios para su “depuración”. Los formularios deberían de ser avalados por otras personas inequívocamente afectas al régimen.
En la sede social de Vigo se conserva un incalificable documento con el membrete de Peña Trevinca Montañeros de Galicia, fechado en Barco de Valdeorras el día 25 de Julio de 1944 y firmado por su Presidente, el señor Francisco Neyra Arias. En dicho escrito el Presidente se dirige a Antonio Villaverde Martínez, vigués, y uno de los fundadores, en los siguientes términos:
“En virtud de las atribuciones que me confieren nuestros Estatutos Sociales y la Delegación Nacional de Deportes de la Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., por intermedio de la Federación Española de Montañismo, me es grato comunicar a Vd. Que he tenido a bien designarle para el cargo de Vice-Presidente de Peña Trevinca Montañeros de Galicia. Esta Presidencia espera de su gestión los mayores éxitos deportivos. Por Dios, por España y su Revolución Nacional Sindicalista".
Francisco Neyra Arias era un buen amigo de Gonzalo que no sabemos cómo aceptó convertirse en el primer Presidente de Trevinca , cargo que ostentó hasta el año 1950. Inicialmente se había propuesto a Eduardo Olano Fernández, Ayudante de Obras Públicas de Orense. Por entonces dicho señor era el mismísimo alcalde de Orense y por supuesto absolutamente afecto al régimen.
Es inexplicable que con su pasado Gonzalo a través de sus contactos tuviese acceso a todos los estamentos del régimen, se le abriesen despachos e incluso se le favoreciese en sus proyectos deportivos en momentos tan complicados y que tuvo como broche final la construcción del refugio de Fonte da Cova auspiciado por la Federación Española de Montañismo en dura pugna con otras Federaciones más poderosas y más próximas al poder franquista.
De todo ello con la infinita paciencia y benevolencia de los lectores, en el supuesto caso que estos existieran o existiesen, continuaremos hablando en las próximas entregas.
Fdo. Antonio Graña Molares
 
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