"LO QUE UNE TAMBIÉN PUEDE DESUNIR"
(2ª Parte)
Entretanto las listas de
socios continuaban creciendo de manera imparable. Los fundadores
vigueses habían participado en la contienda civil. Pertenecían a
los vencidos aunque hubiesen participado a la fuerza en el bando
vencedor. Con asombro observaban las listas de nuevos socios y
excepto a aquellos, muy pocos que ellos habían aportado, los nuevos
miembros vigueses no eran aquellos esforzados montañeros que habrían
demostrado sus cualidades escalando determinado número de metros, ni
habrían demostrado poseer las virtudes que los fundadores habrían
atribuido a los nuevos socios. Además en las listas había gente que
se había significado -antes y ahora- de ser absolutamente afines al
régimen franquista y algunos falangistas militantes. No era difícil
suponer que lo mismo sucedía con los nuevos afiliados de otras
ciudades y villas.
Como es natural, en sus
actividades montañeras no coincidían con estos nuevos socios ya que
la actividad social como tal no existía y seguían saliendo con los
de siempre, los nuevos eran simplemente nominales.
Solo en las
salidas para ubicar el refugio los vigueses compartían con la gente
del Barco y otras poblaciones, pero básicamente siempre coincidían los mismos.
Como es de suponer el
caldo de cultivo no era el mejor para unos idealistas de la montaña
que seguían siendo miembros del "Celta" en donde tampoco eran muy bien
vistos.
La prensa local, se desconoce por qué razones, recibió muy
mal el proyecto de Trevinca y muy especialmente lo referente al refugio y se
dedicó a hostigarlo. Se significó muy especialmente “El Pueblo
Gallego “.
En febrero de 1946 se
celebran los primeros campeonatos gallegos de esquí (de los que
hablaremos detenidamente más adelante).
Con este motivo, durante
casi una semana y en unas condiciones muy precarias se reúnen amén
de más de cien participantes, innumerables amigos de los mismos así
como curiosos. La organización está desbordada y se alojan como
pueden en los barracones de las minas abandonadas de Valborrás, Conde
y Montes de Galicia, también se echa mano de casas particulares.
Y empiezan los problemas
entre gente que no se conoce y de poco o ningún espíritu montañero.
Gonzalo Gurriarán escribe
a Antonio Villaverde el 6 de febrero de 1946 (especial atención al tercer párrafo):
Antonio Villaverde ya
tenía descontado de antemano el problema y tampoco tenía ganas de
convivir con cierta clase de gente por lo que le contesta a Gonzalo:
“Los planes de nosotros, viejos “trevincos”, los tenemos
ultimados y creo será un desahogo para la organización de Peña
Trevinca. Ya tenemos donde albergarnos y cocinaremos por nuestra
cuenta”.
La descripción de los
relatos de cómo era la vida allí es surrealista a juzgar por los
recuerdos que tenemos de algunos de los que la vivieron y mercería
un capítulo exclusivo de estas páginas.
FIN DEL IDILIO. Desde
abril de 1944 hasta finales de 1945 el ir y venir del cartero era
continuado. A partir de entonces termina la correspondencia entre
ambos, excepto la que más arriba se ha mostrado.
Los fundadores vigueses no
eran esquiadores. Concebían los esquís como una herramienta
imprescindible para un montañero moderno pero no estaban interesados
en las competiciones y ese era el rumbo que le estaba dando Gonzalo.
No se trataba de una
contestación pero dejaron de ir a las montañas de Trevinca y
pusieron sus ojos en Ancares y en Queixa, a la vez que animaban a
algunos de los “suyos” a esquiar en Manzaneda.
Antonio Villaverde
se dirigía a Armando R. Acosta de Pontevedra en los siguientes
términos: “Aquí, desde luego no existe la nieve del Jancianal,
pero aprovechando una nevada, para nosotros que no aspiramos a
campeones, tenemos las suficientes pistas para deleitarnos como
modestos muchachos que se contentan con pasar unos momentos
placenteros”.
En Abril de 1945, cuando
las cosas estaban ya en franco deterioro, Villaverde propone a Carlos
Posada para ocupar su cargo de vicepresidente.
En Septiembre de 1945 es
nombrado vicepresidente de Peña Trevinca y Delegado en Vigo. Este
nombramiento constituye un cambio radical por lo que supone un
abandono a las ideas de los fundadores vigueses acercándose más a
la forma de entender la Sociedad que tenía Gonzalo Gurriarán. A
partir de este momento los montañeros van por un lado y los
esquiadores por otro. Apenas se conocen entre sí y su actividad
común es mínima.
A lo largo de los próximos años el esquí será
una fuente de cuotas sociales ayudando grandemente a que la marca
"Peña Trevinca" no desapareciera.
Fdo. Antonio Graña Molares
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